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INTRODUCCIÓN
The Biologist (Lima). Vol. 17, Nº2, jul - dic 2019
simbiosis (mutualismo); algunas especies se fijan a
las aletas pectorales y pélvicas y sobre la piel
donde, generan úlceras profundas (Brusca, 1997).
Poore & Bruce (2012) y Bruce & Schotte (2015),
resaltan a estos Isópodos porque ocupan todos los
hábitats, desde desiertos (hábitat terrestre) hasta,
alta mar (con excepción de la Antártida terrestre);
las especies marinas ocupan muy frecuentemente
el área supralitoral e intermareal, pero también se
encuentran en profundidades superiores a los 6.000
m. De las 10.300 especies conocidas y registradas
por Poore & Bruce (2012), 6.250 son marinas o
viven en estuarios y cerca de 3.000 especies viven
por encima de los 1.000 m de profundidad, en
playas de arena, ambientes fangosos o costas
rocosas, arrecifes de coral, sedimentos
submareales, sobre algas, etc.
Algunos miembros de la familia Cirolanidae son
considerados en ocasiones como parásitos de
peces. Sin embargo, otros autores señalan que su
asociación sería más próxima a la micro
depredación (Bunkley-Williams & Williams,
1995; Poore & Bruce, 2012). Mientras que Bruce &
Schotte (2013) y Sidabalok (2013) consideran que
dicha familia Cirolanidae presenta el mayor
número de especímenes.
Bruce (2002) al estudiar a los isópodos de la
Familia Aegidae, reportó Aega monophtalma
Johnston, 1834 en los mares de Nueva Zelanda
(NZ) y planteó sí estos crustáceos son parásitos o
depredadores por la forma como y donde fueron
hallados. Consideró, además, que NZ al situarse al
norte de la Corriente Circumpolar Antártica
(CCA), recibe las aguas de los Océanos Atlántico,
Índico y Pacífico SurOeste. Estas corrientes
forman parte del sistema de corrientes de la Great
Global Conveyor (GGC) y es justamente esta
especie A. monophtalma, quien tiene una
distribución dentro de la GGC, indicando así la
influencia que tienen las corrientes marinas en la
distribución de los isópodos.
Stepien & Brusca (1985), Brusca (1997), Bruce
(2001) y Bruce (2004) consideran que estos
isópodos además de ser detritívoros,
microdepredadores, carnívoros y parásitos de
peces y crustáceos, también, pueden vivir en
asociación simbiótica con corales o esponjas.
Asimismo, las especies dentro de la familia
Los Isópodos son crustáceos considerados como
u n o d e l o s t a x o n e s m á s d i v e r s o s
morfológicamente, que viven en todos los
ambientes marinos, dulceacuícolas y hasta
terrestres, tanto en la superficie como en las
cavernas; pueden ser herbívoros, filtradores,
detritívoros, oportunistas y carroñeros, al
alimentarse de detritus y de animales muertos;
también existen organismos depredadores que
capturan a sus presas utilizando sus pereópodos
que terminan en ganchos muy duros, y aquellos que
hacen vida parasitaria. Pueden encontrarse
permanentemente adheridos a las branquias, piel,
cavidad bucal e inclusive ingresar hacia los
órganos internos de los peces hasta llegar a
devorarse la lengua y otros órganos incluyendo
parte del tejido muscular (Kensley & Sebotte,
1989; Bunkleys-Williams & Williams, 1995;
Brusca, 1997; King, 2004; Melic, 2015).
Los isópodos parásitos pueden encontrase
también, en peces marinos tropicales, de aguas más
frías, a grandes profundidades y un número muy
reducido, parasita a peces de agua dulce (Naylor,
1972; Bunkleys-Williams & Williams, 1995).
Miden desde 2-3 cm a más de 10 cm, como son los
llamados isópodos gigantes de mares profundos y
que son del genero Bathynomus A. Milne-
Edwards, 1879 (Kou et al., 2017).
Los estudios de estos isópodos y específicamente
aquellos del genero Natatolana Bruce, 1981 tienen
una amplia distribución en todos los Océanos y
según Keable (2006), existen 72 especies
distribuidos en estos mares.
Melic (2015) considera que la forma de vida de los
isópodos acuáticos es altamente variable según el
medio que ocupan y los divide en cuatro grupos de
organismos: los marinos de vida libre; las especies
acuáticas dulceacuícolas; las especies acuáticas
cavernícolas y las especies parásitas. Estos
isópodos ectoparásitos presentan los apéndices
bucales modificados para succionar y fijarse a su
presa. En general, estos crustáceos se encuentran
fuertemente adheridos a las paredes de las
cavidades bucal y branquial de sus hospederos,
donde pueden provocar lesiones graves como
destruir casi totalmente la lengua y cumplir una
Gonzales-Fernández et al.