al., 2002), lo que condicionaría las tasas de visitas y
de extracción del néctar, la cual está determinada,
en parte y a su vez, por el peso del ave y la longitud
y curvatura del pico (Buzzato et al., 2000; Temeles
et al., 2002; Rodríguez-Flores & Stiles, 2005;
Morales et al., 2012).
Así, existen plantas cuyas flores solo cargan néctar
el primer día de su apertura corolaria (Salinas et al.,
2007), por otro lado, hay algunos tipos de flores
que producen poco néctar durante el día y mucho
mayor cantidad durante la noche (Haber & Frankie,
1982). También, hay especies vegetales que suelen
ser polinizadas por una o pocas especies de
colibríes (Borgella et al., 2001); otras, por muchas
(e.g., Mendoça & Dos Anjos, 2006; Salinas et al.,
2007). Ciertamente, hay especies de colibríes que
pueden visitar y/o polinizar muchas especies de
plantas; por ejemplo, en Colombia, Lepidopyga
goudoti Bourcier 1943 visitó flores de ventidós
especies de plantas (León-Camargo & Rangel,
2005); en Brasil, Ramphodon naevius Dumont,
1818 presentó palinomorfos de veinte especies de
plantas (Coutinho et al., 2016); en Costa Rica,
Phaethornis guy Lesson, 1833, de trece especies
de plantas (Borgella et al., 2001); en Argentina,
Sephanoides sephaniode Lesson, 1827 de doce
(Fraga et al., 1997); en Venezuela, Sternoclyta
cyanopectus Gould, 1858, de diez (Malpica-
Piñeros et al., 2018). El colibrí A. fimbriata, en una
restinga de Brasil, se constituyó en el único
polinizador de hasta nueve especies de plantas
(Fonseca et al., 2015); no obstante, en este estudio
A. fimbriata transportó sólo dos tipos de
palinomorfos.
Ahora bien, la ausencia o escasez de polen
adherido en algunas especies de colibríes pudiera
obedecer, parcialmente, a que varias especies
suelen ser robadoras de néctar, e.g., de los géneros
Aglaiocercus, Anthracothorax, Chalybura,
Chlorostilbon, Chrysolampis, Colibri, Eulampis,
Eupherusa, Heliothryx, Thalurania y Trochilus
(Lara & Ornelas, 2001), obtenido a través de
perforaciones en la base de la corola y no entran en
contacto con el polen (Arizmendi et al., 1996;
Maloof & Inouye, 2000; Lasso & Naranjo, 2003);
de hecho, en Costa Rica, se señala que P.
longuemareus es un eventual robador (Borgella et
al., 2001); en Venezuela se ha detectado que
Amazilia tobaci Gmelin 1788 es robador (G.
Marín, obs. pers.). Existe también la posibilidad de
que en períodos de fructificación de algunas
especies vegetales, los colibríes prefieran sorber la
pulpa jugosa expuesta de los frutos y
eventualmente desechen el néctar (Marín & Durán,
2016).
Adicionalmente, el número de individuos y
especies de colibríes puede de cambiar diaria y/o
estacionalmente, y muchos de estos movimientos
suelen estar asociados con variaciones en el
suministro de alimento, período climático y
temporada de reproducción (Snow, 1973; Gass &
Montgomerie, 1981; Galetto & Bernardello, 2003;
MacDade & Weeks, 2004; Ávalos et al., 2012),
afectando, por tanto, la frecuencia de sus visitas a
las fuentes florales. En efecto, el período de
reproducción tiene implicaciones alimentarias
importantes, pues impone cambios en el tipo de
alimentación, debido a la necesidad de obtener el
componente proteico indispensable para el
desarrollo del embrión y la crianza de los pichones,
y que el néctar no puede suministrar, por lo que el
consumo de artrópodos suele incrementarse
durante esta fenofase (Poulin et al., 1992), en
detrimento del consumo de néctar (Montgomerie
& Redsell, 1980; Remsen et al., 1986; Hardesty,
2009). Por ejemplo, en la isla de Trinidad, Snow &
Snow (1973) señalan que G. hirsutus puede
reproducirse durante ocho meses del año (enero-
agosto), y durante la incubación de los huevos las
hembras abandonan el nido un promedio de 17
veces al día, durante 2 a 19 min. En Venezuela, A.
fimbriata se le ha registrado anidando en enero y de
mayo a noviembre (Friedman & Smith, 1950;
Hilty, 2003); C. notata, de febrero a junio, en
Trinidad (Ffrench, 1991); P. guainumbi, de octubre
a noviembre, en Venezuela (Thomas, 1979), y de
junio a agosto, en Trinidad (Ffrench, 1991); P.
longuemareus, de enero a marzo, en Trinidad
(Snow & Snow, 1964).
En cuanto al tamaño de los picos, se ha demostrado
que la longitud y curvatura del pico de los colibríes
influencia en buena medida el tipo de flores que
visita; de hecho, los colibríes pueden transportar
polen de manera diferencial, como respuesta a la
variación en las longitudes y formas de sus picos
(Temeles et al., 2002; Morales et al., 2012;
Rodríguez-Flores et al., 2012; Malpica-Piñeros et
al., 2018). Así, tenemos que G. hirsutus y P.
longuemareus poseen picos más largos y curvos
que el resto de las especies aquí analizadas (Figura
152
Quilarque-Quijada et al.
The Biologist (Lima). Vol. 17, Nº1, ene - jun 2019