ABSTRACT
Keywords: education – sociocultural context – territoriality – youth and adults
The territories influence social relations and subjectivities of the men and women. The aim of this work is to make a
theoretical and methodological approach to the territorial approach taking into account the processes of local and
regional development from the educational intervention and sociocultural context. This approach provides the
means to analyze and explain the articulation of context-space-education for youth and adults, and presents a
proposal that makes visible the socio-cultural-territorial factors that influence or limit the educational process as a
contribution to the design of various intervention strategies that enrich the field of youth and adult education.
The Biologist (Lima), 2017, 15(1), jan-jun: 181-192.
REVIEW ARTICLE / ARTÍCULO DE REVISIÓN
TERRITORIALITY AND SOCIOCULTURAL CONTEXT FOR EDUCATIONAL PROCESSES OF
YOUTH AND ADULTS
TERRITORIALIDAD Y CONTEXTO SOCIOCULTURAL PARA PROCESOS EDUCATIVOS DE
LOS JOVENES Y ADULTOS
1El Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL) Patzcuaro,
Mich., México.
atototziny@gmail.com
1
Rigoberto Sandoval Contreras
ISSN Versión Impresa 1816-0719
ISSN Versión en linea 1994-9073 ISSN Versión CD ROM 1994-9081
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RESUMEN
Palabras clave: contexto sociocultural – educación – jóvenes y adultos – territorialidad
Los territorios influyen en las relaciones sociales y en las subjetividades de los hombres y mujeres, bajo esta
afirmación el objetivo de este trabajo es hacer un planteamiento teórico metodológico sobre el enfoque territorial
tomando en cuenta los procesos de desarrollo local y territorial desde la intervención socioeducativa y el contexto
sociocultural. Este enfoque aporta elementos para analizar y explicar la articulación del contexto-espacio-educación
para jóvenes y adultos, y presenta una propuesta metodológica que hace visibles los factores socio-culturales-
territoriales que influyen o limitan los procesos de aprendizaje como contribución para el diseño de diversas
estrategias de intervención que enriquezcan el campo de la educación de jóvenes y adultos.
The Biologist
(Lima)
The Biologist (Lima)
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El objetivo de este artículo es un esfuerzo por
proponer una metodología desde el campo de las
ciencias sociales sobre todo en una perspectiva
práctica del qué hacer y cómo hacerlo. Para este
caso el proceso que ayudo a pensar y repensar la
construcción y diseño de una propuesta
metodológica fue retomar elementos de análisis
teórico del territorio y contexto social por un lado.
Por otro, es un intento de capitalizar y plasmar la
experiencia profesional del autor en materia de
ordenamientos territoriales comunitarios en
México, los cuales fueron gestionados, diseñados y
ejecutados en algunas comunidades rurales
consideradas de atención prioritaria. Lecturas en
temas de territorialidad, las perspectivas de análisis
vertidas en artículos, ensayos, libros, que se
plasman en las referencias bibliográficas, fueron de
gran ayuda para combinar teoría y experiencia
profesional para proponer un enfoque de cómo
iniciar la construcción de estrategias de
intervención educativa desde una perspectiva de la
territorialidad (Dirven, sin-fecha; Echevarría,
2001; Escobar & Schejtman, 2005; Moreno, 2011).
Cabe decir que la propuesta también es parte de un
esfuerzo por innovar y plantear un enfoque
novedoso en el marco de la línea de investigación
de Desarrollo Comunitario y Gestión Territorial
para El Centro de Cooperación Regional para la
Educación de Adultos en América Latina y el
Caribe (CREFAL).
No se retoman experiencias etnográficas porque
esto es apenas el inicio de un diseño que intenta
proponer una metodología que aún falta poner en
práctica, afinarla y seguir contribuyendo en el
campo de la educación de jóvenes y adultos. No
obstante se exponen y brindan elementos concretos
que ayudan a pensar y repensar cómo hacer para
diseñar proyectos de intervención socioeducativa
que tengan impacto social. Y como lo demuestran
algunos estudios el contexto sociocultural
contribuye e impacta en la educación de los sujetos,
ya que no son entes pasivos sino que comparten lo
que saben, conocen, hacen y se retroalimentan en la
interacción (Zaidi et al., 2016).
Territorio: enfoque y concepto. En las últimas
décadas se ha venido produciendo una
revitalización acerca del tema territorialidad,
posicionándose este más allá del campo de la
geografía del que ha sido su primer ámbito (Barthes
et al., 2010). Tanto es así que actualmente ocupa un
l u g a r s o b r e s a l i e n t e e n l a s a g e n d a s
gubernamentales nacionales e internacionales, así
como en centros de investigación, ONG´s, entre
otros.
El enfoque territorial se ha desarrollado como un
concepto de análisis y discusión dentro de las
Ciencias Sociales, el cual desde hace una década se
le da el tratamiento de objeto de estudio importante
dentro de su campo, sin embargo, su
conceptualización y aplicación está en función de
la complejidad que existe entre la interrelación que
establecen hombres y mujeres en su territorio y las
distintas realidades que experimentan, producto de
múltiples factores tales como económicos,
políticos, sociales, culturales y ecológicos (Capel,
2016).
El territorio como objeto de estudio ha
diversificado vertientes y modelos de análisis que
han ayudado a entender mejor las políticas
públicas, programas, proyectos, metodologías y
acciones de intervención directa, sino también sus
avances y limitaciones que influyen en la solución
de problemáticas específicas (Copel, 2016; Nuñez,
2009a; Sanz, 2013).
Es un hecho que la globalización y la tecnología de
las comunicaciones han influido en gran medida en
las sociedades y su entorno, por lo tanto, las
agencias de cooperación y los gobiernos buscan
nuevos paradigmas de intervención que respondan
a los intensos cambios del mundo rural y de las
sociedades contemporáneas (Echeverri et al.,
2010). Por otro lado la perspectiva de territorio en
la actualidad se le ve como motor de desarrollo,
compromiso que en décadas se atribuía a las
ciudades (Núñez, 2009). El territorio en este caso
reinvierte la mirada, conformando así un cambio
de objeto de estudio que obliga a revisar
contenidos, objetivos y métodos de investigación
con relación a una escala y perspectiva territorial.
No obstante, tras esta emergencia de cambio se ha
desarrollado una gran diversidad de definiciones
acerca del concepto de territorio lo que diversifica
su importancia y significado. Sin embargo, es
posible rescatar elementos que coincidan entre
INTRODUCCIÓN
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como por ejemplo los siguientes: (i) “un territorio
es un espacio acotado, con límites más o menos
precisos, apropiado por un grupo social”; (ii) “un
sentimiento o una conciencia de pertenencia por
parte de sus habitantes”; (iii) “la existencia de
formas de autoridad política y de reglas de
organización y de funcionamiento” (Echeverri &
Sotomayor, 2010).
De esta manera el enfoque territorial surge de la
necesidad de responder a la solución de
problemáticas de carácter económico, social,
político, ambiental, así como de tecnologías de la
información y comunicación (TIC), etc., cada
situación identificada tiene una magnitud por lo
que el territorio puede ser un elemento de
planificación y gestión. En un estudio de Echeverri
Sotomayor (2010) realizado para la CEPAL nos
dice que:
El enfoque territorial es un concepto
amplio, que sintetiza los aportes
metodológicos desarrollados por
diferentes autores, instituciones y países,
y que puede por tanto ser definido desde
múltiples perspectivas. Sin embargo, éste
se caracteriza por la búsqueda de caminos
alternativos a los enfoques de desarrollo
de las economías rurales vigentes.
Cabe destacar que este concepto goza de gran
popularidad en el mundo y se ha convertido en
instrumento novedoso para promover el desarrollo
sostenible. Esta nueva mirada sobre el territorio
está aislada de los paradigmas economicistas, que
orientan el desarrollo desde la relación de variables
macroeconómicas, sin embargo, la concepción
territorial busca ampliar la mirada del desarrollo
como un proceso democrático, tomando en cuenta
los diversos sectores poblacionales, así como los
aspectos políticos, el protagonismo y participación
de hombres y mujeres habitantes del territorio (Cfr.
Torres, 2004; Anta et al., 2006; Echeverri &
Sotomayor, 2010). Echeverri & Sotomayor (2010)
argumentan que las políticas públicas y sociales
aterrizados en programas y proyectos concretos
alcanzaría el desarrollo rural deseado y tendrían un
mayor impacto social, si fueran diseñados y
concebidos mediante un enfoque territorial, es
decir, desde las propias características del territorio
y necesidades de sus habitantes.
Así, el territorio visto como proceso de planeación,
ayuda a conocer las interrelaciones y funciones de
las distintas institucionales en un espacio concreto.
A d e m á s p e r m i t e t e n e r u n a v i s i ó n
multidisciplinaria del desarrollo local o regional,
visualiza con mayor precisión la convergencia de
intereses y voluntades de agentes públicos y
privados, y presenta una oportunidad para que de
manera participativa y consensuada entre los
sujetos involucrados el Estado, el sector
empresarial, las distintas organizaciones y los
ciudadanos (hombres y mujeres), construyan
propuestas de crecimiento, inversión y
sostenibilidad con un enfoque de respeto a la
cultura local (Echeverri & Sotomayor, 2010).
Hasta ahora son varias las iniciativas que han
promovido esta concepción de territorio, tanto para
su análisis como para su ejecución. Por lo tanto el
enfoque territorial es elemento que requiere
financiamiento para el desarrollo de proyectos de
desarrollo desde el Fondo Internacional de
D e s a r ro ll o A g r í co la (F ID A ) , B an c o
Interamericano de Desarrollo (BID), Banco
Mundial (BM), Agencia Alemana de Cooperación
Técnica (GTZ), Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo (AECID), Agencia
para el Desarrollo Internacional (USAID) y otros
organismos de cooperación interesados en
promover el desarrollo local y abatir la pobreza en
zonas rurales.
EL TERRITORIO: UNA CONSTRUCCIÓN
SOCIAL
El territorio y su extensión son producto de una
construcción social, ésta es una concepción que
emerge desde otra mirada de las ciencias sociales,
éste –el territorio– es el resultado de la articulación
de elementos naturales y las acciones humanas que
se fundamentan por su cultura. Esta apreciación va
más allá de un significado clásico descrito como
unidad político administrativa (Abardía &
Morales, 2008).
Se propone entonces una noción distinta del
territorio, como producto de las actividades
humanas y su cultura, en el que la comunidad
(hombres y mujeres) se interrelacionan
constantemente, así lo transforman, adecuan,
delimitan, amplían, valoran, etc. Visto así el
territorio resulta ser algo dinámico y cambiante.
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Apreciación atípica que no suele apreciarse en los
discursos hegemónicos de las instituciones
globales encargadas de administrar, definir y
legitimar propuestas y proyectos para el desarrollo
rural. Pareciera que ven al territorio como un
espacio inerte, con seres mecánicos que responden
solamente a fenómenos naturales, como si no
tuvieran intereses ni motivaciones o al menos
aspiraciones de algo.
Milton Santos, en su estudio La naturaleza del
espacio. Técnica y tiempo, razón y emoción define
que “por intermedio de la técnica el hombre, en el
trabajo, realiza esa unión entre espacio y tiempo”
(Santos, 2000). Se debe asumir que el territorio
posee un significado ligado ineludiblemente a los
elementos materiales −bióticos y abióticos− que le
son intrínsecos de manera natural, o sea que:
Posee también una propiedad cultural y
simbólica, objetiva y subjetiva. Además,
el territorio tiene valor de uso y valor de
cambio, por lo que se convierte
simultáneamente en bien y en mercancía,
y por ende se le asigna una dimensión
económica, asociada a los procesos de
acumulación y reproducción del capital
que en su interior toman lugar (Anta et al.,
2006).
En este sentido el territorio se construye y
reconstruye con la influencia de los sujetos
(hombres y mujeres). Sociólogos, economistas y
geógrafos como es el caso de Santos (2000)
comparten la idea de que el territorio forma parte de
un espacio y un orden en continua transformación
histórica. El territorio es dinámico dice Hernández
(2007), es como algo vivo que evoluciona y
determina realidades sociales, donde no sólo están
presentes las condiciones materiales, si no también
lo están las condiciones subjetivas de la población.
Un territorio puede estar conformado geográfica y
urbanísticamente, lo que es importante tener en
cuenta a la hora de analizar sociológicamente:
distribución de la población, ubicación de los
principales recursos y servicios, situación de la
vivienda, espacios verdes, lugares de ocio y
esparcimiento, transportes, locales de uso social,
accesibilidad arquitectónica y urbanística. De la
misma manera la población, con sus divisiones de
clase, los sectores poblacionales debidos a la edad,
sexo, familia, religión, nacionalidad, entre otros
elementos (Hernández, 2007). Por eso también es
multicultural y diverso.
El análisis que remite Castells (2006) retomando a
André Corboz dimensiona la noción de territorio
como palimpsesto que significa una construcción
sobrecargada de «huellas y lecturas pasadas»
(Corboz 1980, citado por Castell 2006). Desde la
perspectiva del autor es relevante destacar las
permanencias y los cambios, así como las
convergencias de intenciones y valoraciones que
hacen los sujetos. Parafraseando este
planteamiento nos remonta a la distancia y
articulación entre el «pensar» y el «hacer» de los
grupos sociales, y siendo más específicos desde el
pensar y hacer de los hombres y las mujeres como
autores y ejecutores de los proyectos.
Son relevantes las aportaciones hechas desde la
Geografía para comprender la importancia del
territorio, lo que Labasse (1991) llama
«contingencia del lugar», es decir la ordenación del
territorio. Desde la perspectiva de esta autora, se
trata de poner énfasis en la comprensión y análisis
del lugar ya que desde ahí se desprenden las
variadas formas de aplicación de planes y métodos
de análisis destinados a optimizar los recursos
naturales productivos, económicos, ambientales,
culturales y las formas subjetivas que soportan la
memoria histórica como la colectiva e individual
del territorio. La singularidad del territorio es pues
un elemento clave que se ha venido visibilizando
desde diferentes posturas políticas y corrientes
disciplinarias.
Se puede decir que tanto las investigaciones como
aquellos trabajos que han intentado rescatar las
buenas prácticas o experiencias exitosas se
inclinan por mostrar las bondades de la
metodología el lado de la participacn y
organización comunitaria con enfoque territorial.
Muchas veces los proyectos –en un afán de
desarrollo de capacidades territoriales- se alejan
del arraigo territorial, del sentimiento comunitario,
de las percepciones de la vida y es el sentido del
territorio (Anta et al., 2006).
El territorio es portador de identidad y significados,
con múltiples formas de organización del espacio
que han construido los hombres y las mujeres en la
tierra, basado en la diversidad cultural con
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pronunciadas diferencias económicas. Se trata de
poner en práctica acciones y reconocer
dimensiones e interrelaciones que se construyen en
un espacio-tiempo, para entender la identidad
territorial. Como lo sugiere Pecqueur (2013) el
territorio es una construcción social.
Sen Castells (2006) identidad desde una
perspectiva del análisis territorial se construye
cuando una colectividad y se moviliza en torno a un
proyecto compartido, porque la identidad (como la
fe) no se negocia. Se siente o no se siente. Lo que se
negocia es qué hacer con ella, cómo se articula con
otras identidades y en las instituciones comunes. El
espacio y la identidad pueden desarrollarse no sólo
en un plano positivo, sino también en un plano de
resistencia o de cuestionamiento, y como indica
Castells apelar al derecho de ser diferente de los
“otros”. Según Benedetto (2011) el territorio se
define por un principio de identidad y de
pertenencia, el contexto socio-cultural está muy
relacionado con el espacio que ocupan sus
habitantes, de ahí que es importante analizar la
orientación, influencia o impacto que tiene la
ejecución de cualquier proyecto de desarrollo local
o propuesta de intervención socioeducativa, en
caso de que así sea nuestro interés.
Cualquier relación con el territorio está teñida de
significados culturales, sean estos hegemónicos de
la cultura global o bien subalternos de la cultura
local (Núñez 2009:75), lo cual quiere decir que
existe también una identificación y un
reconocimiento desde dentro y fuera del territorio,
pero es importante tomar en cuenta que prevalece
una identidad social definida como la
autopercepción de un ′nosotros′ relativamente
homogéneo en contraposición con los ′otros′ con
base en atributos, marcas o rasgos distintivos
subjetivamente seleccionados y valorizados, que a
la vez funcionan como símbolos que delimitan el
espacio de la ′mismidad′ identitaria” (Cheymol,
1994). La imagen territorial dice Benedetto (2011)
es como una marca que permite el reconocimiento
suprarregional o internacional que lo hace
particular o diferente frente a los demás
(Cotorruelo, 2001 citado por Benedetto, 2011).
La cultura no es una entidad cerrada sino un
proceso abierto en continua transformación que
permite el enlace entre los paisajes y el territorio
(Nuñez, 2009), por tanto la historicidad y la
continuidad son dos elementos intrínsecos a la
identidad y la cultura. La cultura dice Núñez debe
ser entendida como un estar siendo y no como un
es” (Ibid, 2009). Estaríamos frente a un proceso
cambiante y en continua transformación del
paisaje, donde el espacio y el tiempo son
concomitantes, es decir no podemos entenderlos a
contra luz, ni contra corriente, más bien es
necesario observar que el presente forma parte
también de su historia. Estas diferencias están
compuestas por un conjunto de significados que se
reproducen en un contexto determinado. Por tanto
los factores socioculturales se han convertido en
elementos necesarios en la promoción de procesos
de desarrollo local (Abardía & Morales, 2008).
El tema de territorialidad está inscrito en el plano
de la memoria y el imaginario colectivo de sus
habitantes. Se han suscitado experiencias, que
rescatan la memoria histórica de pequeños y
amplios territorios en situaciones de crisis
ecomica y ambiental, situados en áreas
marginales o de exclusión, desde donde se intenta
rescatar no sólo la identidad, sino también las
formas en que los habitantes se relacionan con el
espacio. Estas iniciativas construyen otras
instancias de percibir el mundo y nos remiten a la
pregunta que constantemente se hace desde un
enfoque constructivista de la Geografía ¿Cómo ven
los hombres su territorio? (Lindo, 2007). Este es un
modo de acercarse a las diferencias y a las
alteridades haciendo uso del aporte que hace la
Antropología al reconocimiento de las culturas y
sus diversidades.
Un aspecto relevante que se ha destacado en los
estudios políticos es el significado que obtiene el
enfoque territorial desde lo ideológico-político, ya
que este tipo de análisis nos acerca a temas
vinculados con las relaciones de poder, como lo
diría Foucault (1992), el poder no se tiene porque
no es una cosa, sino que se ejerce. Esta descripción
es un aporte en sentido crítico ya que nos hace ver a
los hombres y las mujeres como entes activos,
conscientes de lo que hacen y de cómo se conducen
por la vida.
Por su parte, haciendo una interpretación del
análisis realizado por el soclogo francés
Lefebvre (1972) sobre espacio y política, podemos
decir que el territorio es un espacio político e
ideológico, no se le debe ver como un objeto
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separado de la ideología o de la política; este tema
siempre ha sido político y estratégico, por tanto es
resultado de procesos pasados cuya herencia no
siempre es evidente en el paisaje sociocultural. Así
pues, el territorio se forma y modela por contextos
históricos, geográficos y políticos, y es un producto
literariamente lleno de ideologías. Así el territorio
puede ser un “un factor de impacto, pero también
puede ser y/o pretender tener un papel educativo
completo” (Boix et al., 2015).
INVESTIGACION-INTERVENCION:
PERSPECTIVA SOCIOCULTURAL
TERRITORIAL PARA LA EDUCACIÓN DE
JOVENES Y ADULTOS
Para desarrollar procesos de investigación-
intervención en una perspectiva sociocultural
territorial para la educación de jóvenes y adultos es
necesario considerar el contexto global en el que se
desenvuelven los grupos sociales actualmente, en
este sentido tradicionalmente pareciera que sólo se
han pronunciado las diferenciaciones sociales y
económicas en el planeta, pero como lo señala
Arreola (2006) la globalización también ha hecho
posible muchos otros cambios como la renovación
de lo regional en sus diversas acepciones y límites.
Esta renovación es la que debe ocuparse por
brindar soluciones más efectivas que apuntalen los
cambios de actitudes y formación de valores
comunitarios. Existen metodologías recuperadas
de experiencias comunitarias que rescatan
tradiciones históricas y culturales, ayudan a
desarrollar conciencia individual y colectiva, y
revaloran los recursos naturales y patrimoniales.
Sin embargo hace falta construir una propuesta
metodológica que nos permita aterrizar propuestas
de intervención sociocultural educativa. Así pues,
las políticas de ordenamiento territorial en los
diferentes países se hacen con el propósito de
mejorar la calidad de vida o bienestar del ser
humano (Anta et al., 2006).
Por su parte Illas & Quiñonez (2014), sugiere que
este tipo de proyectos deben contemplar una
organización y participación social activa de los
sujetos que habitan en la comunidad. Esta
p r o p u e s t a b u s c a d e s a r r o l l a r u n a
reconceptualización epistémica de la educación,
inspirada en la ideología que plantea la educación
popular, el principio básico que se tendría que
valorar al hacer investigación, es pensar e
intervenir. Existen otras tendencias críticas que se
inclinan por el rescate de los saberes locales que se
retoman para la implementación de procesos
educativos a partir de la información y
conocimiento sobre el medio, raíces, capacidades y
sensibilidades.
Las estrategias de desarrollo territorial con enfoque
educativo han emergido distintas iniciativas
interculturales, organizadas para instaurar
programas de estudio que ayuden a cubrir ciertas
necesidades educativas de la población y su
territorio como es el caso de “Educación
Intercultural en la Sierra Wixárika”, a quienes les
llevo cinco años consolidar un proyecto
i n t e r c u l t u r a l d e e d u c a c i ó n ( V é a s e
http://wixaintercultural.blogspot.mx/).
La importancia de tomar en cuenta la perspectiva
sociocultural territorial para hacer investigación
sobre el tema de la educación de jóvenes y adultos
es un enfoque basado en la sustentabilidad de los
recursos y capacidades endógenas. Entendido
estos últimos como punto de partida para un nuevo
tipo de desarrollo centrado en lo local, que hará
posible una intervención socioeducativa que
considere las necesidades y motivaciones de
jóvenes y adultos. Toda iniciativa local de
desarrollo es un proceso de naturaleza endógena
que basa su estrategia en la solidaridad entre el
territorio y sus habitantes además depende la
conformación de una adecuada estructura
organizativa (Abardía & Morales, 2008). Tal es el
caso de la comunidad Wixárika.
Para el desarrollo de una propuesta con orientación
educativa desde una dimensión socio-cultural es
importante destacar el significado del concepto
asistencialismo. Illas & Quiñonez (2014) aborda
este concepto como un problema, puesto que
muchas veces los proyectos “encarnan” de manera
personal los sueños, expectativas y hasta
aspiraciones solamente de los activistas,
promotores y técnicos, sin que estos supuestos
tomen en cuenta las motivaciones y necesidades
reales de los hombres y mujeres del territorio que
están involucrados en la propuesta educativa. Este
es el dilema de muchas organizaciones que brindan
apoyo asistencial buscan incidir potica y
socialmente, no logran sus metas.
El territorio se rige por normas, leyes y estructuras
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de poder que lo diferencian de otros, por ello es
importante que cualquier estrategia educativa
integre la parte de las costumbres, tradiciones y
prácticas culturales que permean las relaciones
sociales de la comunidad, de ahí la pertinencia de
hacer investigación para la intervención, de tal
manera que se parte de la realidad misma,
considerando el contexto económico, político y
social.
La investigación-intervención es un esfuerzo por
generar propuestas que a su vez sirvan como
estrategias con impacto efectivo en los procesos
socio-educativos que den mayor participación e
involucramiento de hombres y mujeres que habitan
el territorio.
¿Qué políticas debemos buscar para promover un
desarrollo territorial humano que influya en el
aprendizaje de los jóvenes y adultos? En esta
perspectiva cabe la propuesta de Hernández (2007)
que concibe a la comunidad como el punto de
partida para la intervención social. Enfocar el
desarrollo comunitario desde una perspectiva
emancipadora, reconceptualizando lo educativo
como posibilidad de encuentro entre los saberes y
el individuo, entre la escuela y el entorno, entre el
imaginario individual y colectivo, y si se
considerara el género, sería necesario cambiar la
concepción de educación para los jóvenes y
adultos.
Este proceso de adaptación a las necesidades de la
comunidad, requiere comprender que intervienen
variables espaciotemporales y personales (sexo,
edad, ocupaciones laborales territoriales) para
organizar y utilizar los recursos existentes. En la
medida en que las personas vayan superando su
estado de necesidad se podrá disponer de nuevo de
esos recursos, y evitar caer en lo rutinario que surge
de la “sistemática repetición de la ayuda sin
intentar salir de ella” (Hernández 2007: 291).
Un ejercicio de participación en el que intervienen
los pobladores en la dimensión territorial son las
dinámicas que surgen como mapas sociales, que
son propuestas desde una perspectiva geográfica
pero que pueden ser adaptados a cualquier realidad
social o desde otras metodologías de intervención.
Según Cuesta (2006) los mapas permiten la
manifestación de valoraciones sobre la
importancia de los procesos de transformación
espacial; las dimensiones, la posición y la
orientación de los objetos representados expresan
la priorización territorial desde la percepción de
hombres y mujeres que residen en las comunidades
(Cuesta 2006:77).
En el marco de la territorialidad es necesario
realizar un análisis de los factores socio-culturales
que influyen o limitan los procesos educativos en la
zona, de tal manera que permita visualizar
potencialidades y limitaciones para la
implementación de los procesos en el área socio-
cultural y socio-educativa.
METODOLOGIA ESTRATEGICA PARA LA
INVESTIGACIÓN-INTERVENCION
DESDE LA TERRITORIALIDAD Y EL
CONTEXTO SOCIO-CULTURAL
Se parte de una valoración del contexto socio-
cultural en el territorio, la que plantea analizar e
identificar cuáles son los factores socio-culturales
que influyen o limitan los procesos educativos, de
tal manera que aporte elementos para diseñar
estrategias y acciones que favorezcan la educación
de jóvenes y adultos. Está demostrado que los
sujetos no tienen un aprendizaje adecuado sino se
toma en cuenta el contexto sociocultural, pues es
un factor clave para asimilar conocimientos
(Artiles & Kozleski, 2010).
Algunas interrogantes que orientan la construcción
de estrategias serían las siguientes ¿Qué es el
territorio para los habitantes de las comunidades?
¿Qué piensan los sujetos sobre las necesidades y
problemáticas sociales vividas? ¿Cómo se pueden
integrar las actividades de orden educativo a los
procesos de formación socio-cultural? ¿Qué temas
les interesa conocer y saber? ¿Qué papel tiene el
saber popular, la experiencia cognitiva y cultural en
los territorios para el diseño de proyectos
educativos e intervención socioeducativa? De
acuerdo a las características geográficas ¿Cuáles
son las principales ocupaciones laborales? Estas
preguntas se corresponden a la estructura de
metodologías participativas que sugieren algunos
estudios (Hernández, 2007). También interesa
identificar elementos de organización, gestión,
experiencias organizativas y liderazgo, para contar
con información geográfica sobre lo que acontece
con el fenómeno del territorio y los aprendizajes
que a partir de este se generan.
Territoriality and sociocultural context
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El proceso de investigación-intervención implica
hacer un trabajo minucioso para recuperar
información detallada de la población meta:
jóvenes y adultos. Se plantea identificar y
recuperar todos los detalles de la problemática que
tienen los sujetos y su entorno, precisar sus
principales carencias, motivaciones, intereses,
alternativas, participación, entre otros. Es posible
identificar sus requerimientos a partir de un
diagnóstico más acotado a su realidad.
Realizar un diagnóstico en el territorio posibilita
hacer una recolección de datos cuantitativos y
cualitativos, para escuchar las voces de los sujetos
en sus propias palabras, necesidades e intereses. Es
necesario hacer una sistematizacn de la
información recolectada de cada una las
experiencias narradas por los pobladores del
territorio para que sirvan en la orientación de
futuras metodologías y desarrollo de procesos.
Desde esta perspectiva una educación para adultos,
resulta ser un espacio de producción y promoción
de saberes. La actividad socio-comunitaria es un
escenario propicio para el fortalecimiento y
retroalimentación de las capacidades humanas:
práctica y fortalecimiento de valores,
reconocimiento de mismo frente a los otros,
construcción de identidad propia, tolerancia y
respeto a la diversidad del quehacer y expresiones
humanas, cooperación y participación para la
construcción de un mundo sustentable.
Así pues la educación en un marco de
territorialidad se concibe como un motor de
transformación que enriquece la calidad de vida de
jóvenes y adultos, cuyo motor es posible operarlo
si se trabaja desde las especificidades que tiene
cada territorio en lo social, cultural y género; así
como las percepciones, la visión del mundo y la
cultura local de los sujetos. Por otro lado, interesa
también conocer con mayor profundidad la
situación que prevalece en cuanto a los recursos
naturales, el patrimonio cultural local, las
costumbres y las tradiciones que hombres y
mujeres practican y reinventan, y sobretodo
analizar cuál es el vínculo que hay entre ellos para
generar procesos de enseñanza y aprendizaje de los
jóvenes y adultos.
A partir de la Conferencia General de la UNESCO
en Nairobi (1976), se relacionaban tres aspectos
que debían trabajarse desde la educación de
adultos: 1. La formación básica integral, 2. La
formación para el trabajo y 3. La comprensión de
los procesos productivos y la participación en la
comunidad (formación política, en sentido amplio,
es decir, como ejercicio de la ciudadanía)
(Hernández, 2007). La formación de alianzas se
suman a estos aspectos como elemento clave para
el aprendizaje, ya que esto permite potenciar y
enriquecer otras experiencias y recursos foráneos,
pero que no están ajenos a la vida de los sujetos
(hombres y mujeres). A veces un territorio puede
generar ciertas capacidades en hombres y mujeres
que si se comparten hace visible la búsqueda de
alternativas locales, sin que por ello se simplifique
o sea invisible en el desarrollo de políticas
públicas.
Desde la investigación es importante realizar un
análisis teórico y práctico de la realidad del
territorio, que permita poner en marcha nuevas
alternativas, con el objetivo de mejorar no sólo el
trabajo de investigación, intervención y
evaluación, sino también a través del diseño de
programas o proyectos incidir a favor de la
educación de jóvenes y adultos. Aunque muchas
veces los recursos son escasos y la temporalidad
no permite que las acciones lleguen a todos los
pobladores en el territorio, estos procesos pueden
servir para mejorar el trabajo de intervención a
través de una mejor planificación territorial.
Muchas veces entre las instituciones y
organizaciones hay objetivos comunes, lo cual es
casi ineludible que se hagan esfuerzos de
coordinación para poder dar respuesta a la
saturación de las demandas sociales. Algunas
evaluaciones nos permiten decir que la
reorientación de políticas no sólo es necesaria
dentro de los enfoques metodológicos de los
proyectos, sino de los esfuerzos por desarrollar
alianzas y no repetir las mismas acciones, ya que
esto último ha sido muy evidenciado en los
estudios y también desde otras experiencias de
investigación en el marco de la territorialidad. En
este marco, es que se hacen las siguientes
recomendaciones metodológicas para realizar
intervención educativa.
La primera fase: diagnóstico territorial
comunitario para la acción social consiste en la
revisión de toda la documentación sobre el o los
Sandoval Contreras
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territorios a intervenir, para lo cual es necesario
buscar otros diagnósticos o trabajos que se hicieron
sobre el mismo, como por ejemplo otros proyectos,
estudios de escuelas y organizaciones que trabajan
o trabajaron en las zonas de incidencia. Esta fase
se puede desarrollar en una: -Etapa de estudio, se
hace una lectura de la comunidad a partir de los
elementos estructurales que conforman los
ordenamientos territoriales comunitarios que
permite tener un diagnóstico rápido respecto a las
condiciones geográficas físicas y geográficas
sociales de la comunidad. Esto ayuda a conocer la
comunidad en dos grandes vertientes: recursos
naturales y humanos. Hacer este ejercicio nos
brindará elementos generales y posibles líneas de
intervención. No podemos hablar de algo que
desconocemos, por lo que es imprescindible hacer
trabajo de gabinete sobre aquello que nos interesa
conocer y estudiar.
La segunda fase: voces de la territorialidad para
el cambio significativo, consiste en un mapeo
exploratorio participativo donde los hombres y
mujeres jóvenes y adultos participen directamente
en la aplicación de técnicas de recolección de
información, mediante una metodología
participativa. El reconocimiento que los
pobladores hacen de su territorio es una
herramienta recomendada tanto por la Geografía
como por la Sociología, reconocer que estos mapas
recuperados por los habitantes de la zona son
herramientas de análisis que dan cuenta de la
información de primera mano y se vuelve en
misma una estrategia para potenciar el desarrollo
territorial.
Con esta información es posible hacer una
reconstrucción de los testimonios de hombres y
mujeres jóvenes y adultos respecto a sus propios
intereses, necesidades, motivaciones, esperanzas,
ilusiones y frustraciones que han sido importantes
en sus vidas, pues para ellos estarán diseñados los
proyectos de intervención socioeducativa. Si no
tomamos en cuenta sus percepciones del entorno
territorial en que se desenvuelven es posible que
no se obtenga el éxito planeado. A través de este
trabajo de recuperación de experiencias es posible
dar voz y reconocimiento a los sujetos dando
oportunidad de que puedan compartir “desde
abajo” sus vivencias, cambios y motivaciones
principales a partir del espacio territorial donde se
desenvuelven.
Con el objetivo de recuperar la problemática
existente y potenciar el impacto de los programas y
proyectos que se propongan implementar, es
necesario aplicar instrumentos que sirvan para
acopiar información cuanti-cualitativa: entrevistas
a profundidad, dinámicas con grupos focales y
talleres con sujetos clave de los territorios, y de
algún otro municipio o zona donde se destace su
relación. Es importante recoger información que
elementos para evaluar la implementación del
programa de educación. El acopio de información
y su análisis procurarán identificar las
especificidades de género y de grupos etarios,
según los territorios y las carencias más sentidas.
En la investigación aplicada es tarea fundamental:
1. Caracterizar la población meta y sus necesidades
más sentidas; 2. Ponderar una metodología de
intervención de acuerdo a la demanda de
necesidades o servicios por parte de la población
meta; 3. Reconocer las posibles redes y
organizaciones aliadas que puedan coadyuvar a su
implementación y/o cumplimiento de objetivos; 4.
Un documento final que contenga toda la
información referida en los objetivos y la
metodología propuesta en el proyecto o estrategia
de intervención socioeducativa; 5. Documento
diagnóstico devuelto a la población y comunidades
beneficiarias; y, 6. Publicación de la información a
través de los diferentes medios de comunicación,
para difundir y capitalizar cada experiencia.
Por eso es importante generar y establecer alianzas
y colaboración mutua entre el investigador, la
comunidad y otras organizaciones e instituciones
locales y nacionales que encaminen los procesos
educativos de formación de jóvenes y adultos.
Estos vínculos ofrecen un potencial para las
acciones de cualquier proyecto y son clave para
generar sinergías de colaboración entre distintas
organizaciones, constituyen dispositivos que
fortalecen el engranaje de las capacidades locales.
Finalmente una vez que se tiene un diagnóstico de
la comunidad de interés se requiere:
El Diseño y construcción de la intervención
educativa debe retomar los resultados de la
investigación de gabinete y datos recuperados en
campo para tomar decisiones sobre qué es lo debe
desarrollarse, así como sopesar los alcances y
limitaciones posibles, ya que todas las propuestas
deben ser valoradas en sus implicaciones tanto en
Territoriality and sociocultural context
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el uso de recursos económicos como humanos,
entre otros. Como resultado de este análisis es
posible identificar posibles alternativas de
intervención inicial que servirán para el diseño de
propuestas socioeducativas, enmarcadas y
justificadas en un contexto de la territorialidad.
Es necesario presentar documento bien
estructurado que considere los siguientes
elementos: objetivos claros y precisos que
mencionen qué es lo que se persigue, mencione la
población meta a quien está dirigida la estrategia de
intervención. Así también es pertinente que se
elabore la propuesta en base a plazos a corto,
mediano y largo plazo, de tal manera que se tenga
claridad qué es lo que se persigue y cuáles serán los
resultados concretos que se quieren alcanzar. Es
pertinente contemplar cuántos son los recursos
económicos y cuáles son los humanos que se
requieren para su realización, los perfiles podrían
cumplir un papel determinante para su adecuada
ejecución. Por otro lado, debe considerarse algunos
parámetros para una posible evaluación de la
ejecución de la estrategia. Los indicadores que se
contemplen están en función de la esencia de la
propuesta, por eso es que no se sugieren algunos,
no obstante, podría hacerse una evaluación inicial,
una intermedia y una al final de la ejecución de la
estrategia.
El territorio influye en las relaciones sociales que
establecen hombres y mujeres, por tanto las
condiciones geográficas también influyen no
solamente en la determinación de ciertas
actividades económicas sino que repercute en el
desarrollo de prácticas culturales: formas de vivir,
costumbres, percepciones, organización y reglas
de apropiación del territorio.
El investigador debe ser mesurado en el trabajo
realizado dentro de la comunidad y no
sobrevalorar los recursos existentes, si bien la
participación de hombres y mujeres del territorio es
importante para el impulso de proyectos de
intervención socioeducativa, es necesario tener
presente que cada comunidad tiene sus propias
necesidades y prioridades, y puede suceder que tal
vez no sean las que al investigador le gustaría que
fueran, por eso la pertinencia de escuchar los
pensares y sentires de los pobladores.
A la comunidad desde el exterior quizás se le puede
ver como si estuviera desarrollándose de manera
lenta pero, tomemos en consideración que los
cambios y los procesos generalmente no suceden
en corto plazo, sino que requieren tiempo,
compromiso e ir adquiriendo confianza, hasta que
hombres y mujeres se vayan apropiando y
protagonizando dichos procesos de aprendizaje.
La territorialidad y el contexto sociocultural en el
que se desenvuelven los jóvenes y adultos como
sector con necesidades propias, son instancias que
deben ser consideradas para el diseño de procesos
educativos y para la implementación de cualquier
propuesta de intervención socioeducativa. Como
lo sugiere De Caldas (2011) motivar a los
estudiantes a conocer, entender, leer, evitar la
memorización y asimilar cada elemento que
compone su propio espacio geográfico ya que es el
lugar donde viven, por tanto puede facilitar la
asimilación de conocimientos.
El autor agradece a los lectores que dictaminaron el
presente artículo por sus valiosos comentarios y
observaciones.
CONSIDERACIONES FINALES
Sandoval Contreras
AGRADECIMIENTOS
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Accepted March 24, 2017.