Educational program for the control of modifiable risk factors of breast cancer
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e Biologist (Lima). Vol. 21, Nº1, jan - jun 2023
DISCUSIÓN
En correspondencia con la literatura revisada, para
la prevención del cáncer de mama se hace necesario la
identificación de factores de riesgo tanto modificables,
como no modificables (Fuentes, 2019; Osorio et al.,
2020; Coromato & Soria, 2021), de ahí la importancia
de la caracterización sociodemográfica de la muestra de
estudio. Entre los factores de riesgo no modificables se
encuentra la edad y en la muestra estudiada existió un
predominio de mujeres con edades entre 55 y 64 años.
La edad es considerada entre los factores de riesgo más
importantes, aproximadamente de 2 a cada 3 cánceres de
mama se encuentran en mujeres de 50 años y más del 75
% de las mujeres con esta patología, son diagnosticadas
durante la menopausia (Osorio et al., 2020). Las
mujeres que han tenido más ciclos menstruales debido
a menopausia tardía (después de los 55 años de edad),
tienen un riesgo ligeramente mayor de padecer el cáncer
de mama (Fuentes, 2019).
No obstante, se han detectado casos en edades tempranas
(Osorio et al., 2020), de ahí la inclusión en el estudio
de mujeres mayores de 25 años de edad. En la opinión
de los autores, estos estudios corroboran lo que se ha
hecho evidente mediante las revisiones bibliográficas
sobre el tema, es por ello, que se deben realizar estudios
y exámenes periódicos a las mujeres en etapas tempranas
para prevenir y evitar estas patologías en momentos de la
adultez.
Entre los antecedentes obstétricos identificados en la
muestra de mujeres estudiadas, se aprecia la menarquia
precoz, la no lactancia materna, la nuliparidad y el primer
hijo mayor de 35 años. El comienzo de la menstruación
antes de los 12 años (menarquia precoz), unido a una
menopausia tardía eleva el riesgo de cáncer de mama, por
la exposición más prolongada a las hormonas estrógenos
y progesterona (Fuentes, 2019).
En relación a los antecedentes patológicos familiares, las
mujeres estudiadas en la presente investigación, muestran
predominio de antecedentes de tercera generación. Estos
resultados, son de interés para el diseño de un programa
educativo dirigido a la prevención del cáncer de mama,
dada la incidencia de mujeres diagnosticadas con hallazgo
de antecedentes patológicos familiares, como se pudo
apreciar en el Hospital Provincial Puyo, donde se obtuvo
que el 57, 78% de la muestra estudiada tenía antecedentes
patológicos familiares dados por neoplasias malignas
en la madre, el 20% informa antecedentes en la abuela
paterna y el 17, 78% procedentes de la abuela materna
(Coromato & Soria, 2021). Según estudios consultados,
los antecedentes en un familiar de primer grado, duplica
el riesgo de una mujer de padecer la enfermedad (Fuentes,
2019).
Los antecedentes patológicos familiares, resultan un factor
predisponente a tener en cuenta, en correspondencia con
el registro del 85% de casos diagnosticados, con vínculo
heredo familiar. Esto pudiera deberse a la interacción de
factores medioambientales con factores genéticos (Osorio
et al., 2020).
Algunos factores de riesgo no se pueden modificar, como
la edad, el género y la herencia; sin embargo, otros pueden
ser modificables o controlables como la paridad, edad del
primer nacimiento, amamantamiento, anticonceptivos
orales, terapia de remplazo hormonal, obesidad, dietas
altas en grasas, practica de ejercicios físicos y estilos
de vida relacionados al consumo de alcohol y tabaco
(Fuentes, 2019). Estos últimos afectados en la muestra
estudiada a predominio del tabaquismo en el 80%. Elegir
estilos de vida más saludables, ofrece la posibilidad de
mantener en niveles bajos, el riesgo de padecer cáncer de
mama (Osorio et al., 2020).
La implementación de intervenciones educativas
relacionadas con la prevención y detección temprana
del cáncer puede contribuir a la reducción de mujeres
con esta patología (Coromato & Soria, 2021). En tal
sentido, las enfermeras, como parte del equipo de salud,
deben ser modificadores profesionales del contexto en
el que se insertan y, para esto, es esencial su función
educativa en el desarrollo de habilidades y destrezas a
nivel preventivo promocional en correspondencia con las
necesidades educativas, lo que puede estar favorecido por
la implementación de un programa educativo (Martín,
2021).
La concepción del programa educativo liderado por
el personal de enfermería, responde a reconocer la
importancia de la satisfacción de necesidades humanas en
relación al control de factores de riesgo modificables del
cáncer de mama, en las mujeres estudiadas, a través del
conocimiento y juicio clínico de estos profesionales, en
la gestión del cuidado. De esta manera se da respuesta
al encargo social y humano de la profesión (Hermosilla
& Sanhueza, 2020). El control primario del riesgo debe
instar y favorecer al desarrollo de acciones dirigidas al
empoderamiento de las mujeres y a su educación, ya que
las cifras muestran tendencias al aumento en la incidencia
de la enfermedad y su carga asociada (Meneses et al.,
2018).