significativamente mayor durante el primer
lapso matutino (7-9 am), cuando la intensidad
de la temperatura fue menor, que en el resto de
los lapsos; sin embargo, esta frecuencia fue
similar para todos los lapsos en C. repandus,
independientemente de la temperatura (Tabla
2). En Brasil, Gomes & Araujo (2014)
observaron que la frecuencia de las visitas a los
frutos de C. jacamaru disminuían a mayor
intensidad de la temperatura. Vale señalar que
Thraupis glaucocolpa Cabanis 1850 e Icterus
nigrogularis Hahn 1816 siempre visitaron los
frutos en pareja o acompañados con sus
volantones.
En S. griseus, Columba corensis Jacquin 1784
invirtió menor cantidad de tiempo promedio
alimentándose (0,42 min), mientras que I.
nigrogularis y M. rubricapillus invirtieron la
mayor (0,94 min). En C. repandus, C. griseus
(0,43 min) y S. coerulescens (0,47 min)
invirtieron la menor cantidad de tiempo
alimentándose, mientras C. flaveola L. 1758
invirtió la mayor (4,60 min). En S. griseus, la
menor duración entre visitas recayó en C.
flaveola y L. fallax, y la mayor en C. corensis.
En C. repandus, la menor duración entre
visitas recayó C. flaveola y C. squammata y la
mayor en S. coerulescens (Tabla 3). El hecho
de que C. flaveola y L. fallax invirtieran
mayor tiempo y realizaran mayor número de
visitas en su alimentación era de esperarse,
pues son especies de elevado metabolismo, por
lo que requieren mayor cantidad relativa de
alimento para suplir su demanda energética
(Mata & Bosque 2004, Hernández 2014).
En S. griseus, C. corensis promedió el menor
número de bocados por visita y M.
rubricapillus el mayor, mientras que en C.
repandus, S. coerulescens promedió el menor
número de bocados por visita y C. squammata
el mayor. Deber recordarse que C. squammata
es una especie básicamente granívora (Muñoz
et al. 2005), por ello la tendencia a gastar más
tiempo y presentar un número de bocados por
visita marcadamente superior al resto especies,
por el picoteo continuo para consumir las
pequeñas semillas; esta conducta también ha
sido observada en los emberícidos granívoros
Coryphospingus cucullatus Müller 1776 y
Zonotrichia capensis Müller 1776, en Brasil,
con los frutos de Cereus peruvianus R.
Kiesling 1882 (Silva 1988), y con el fringílido
C. psaltria, en la península de Paria,
Venezuela, con los frutos de C. repandus (G.
Marín, obs. pers.).
Las formas de alimentación fueron: A. Asido al
borde superior o inferior del fruto abierto, B.
Asido al tronco, C. Asido a las espinas, D.
Suspendido en el aire (sólo colibríes), E. Desde
la rama de otra planta, F. Posado sobre el fruto,
G. Una pata en el tronco y otra en el fruto, H.
Posado sobre otro fruto. El ictérido I.
nigrogularis fue la única especie observada
desprendiendo las espinas de los frutos
maduros de S. griseus, conducta previamente
señalada para los sitácidos A. pertinax y A.
barbadensis en la isla de Margarita (Silvius
1995); por otra parte, C. corensis, debido a su
mayor envergadura corporal, sólo pudo
alimentarse de los frutos expuestos hacia los
extremos de los cladodios, posado sobre el
ápice de los mismos. Otra conducta interesante
observada varias veces en el colibrí L. fallax,
fue la de posarse sobre el borde expuesto del
fruto abierto (a veces afincando sus alas a
manera de palancas), y picotear porciones de
pulpa, cuando ésta había mermado y se
encontraba hacia el fondo del fruto (Figura 3);
este comportamiento pudiera explicarse, pues
al estar la pulpa a mayor profundidad el
alcance del alimento se ve impedido para su
vuelo de suspensión habitual.
Pugnacidad intra e interespecífica
Competitivamente, M. rubricapillus fue la
especie más dominante, mientras C. flaveola
tuvo la mayor cantidad de interacciones
agresivas, intra e interespecíficas (Tablas 5 y
6); en Mérida, Soriano et al. (1999) señalan a
M. rubricapillus como la especie que desplaza
al resto en los encuentros agresivos. S.
The Biologist (Lima). Vol. 14, Nº2, jul-dec 2016
Marín-Espinoza & Durán-Maita
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