José Javier Vega Loyola
Huamachuco y Huaylas (A. C. T.: 1549-1560;
1566-1571; Lohmann; Zevallos y Correa:
1969).
Además, cercanos a la ciudad se encontra-
ban pueblos indígenas como San Salvador de
Mansiche y Santa Lucía de Moche, cuyos ha-
bitantes concurrían habitualmente a la ciudad
donde se dedicaban al comercio minorista, el
cual frecuentemente trató de ser regulado por
el cabildo trujillano (Zevallos: 1992).
Se conoce también que dentro de la
ciudad estaban afincados los descendien-
tes de la nobleza indígenaregional, par-
ticipaban de la vida social y religiosa de la
ciudad principalmente en la festivi-dad del
Corpus Christi que durante el si-glo XVI
tuvo gran pres tancia en Trujillo (A. C. T.:
1549-1560; Castañeda: 2007).
Son reiterativas las actas donde se prohí-
be el abuso contra los indígenas, pero preci-
samente son reiterativas porque los mismos
miembros del Cabildo las incumplen;
dándose en la práctica una cadena de abusos
que obli-garon a los indígenas originarios
de los valles de Trujillo a huir hacia otros
lugares (A. C. T.: 1566-1571 y 1598-1600).
Las Actas del Cabildo evidencian también
el cambio del paisaje producto de la introduc-
ción de nuevas especies traídas de España, así,
junto a los maizales se extendían las se-
menteras de trigo, cebada, viñedos, olivares y
cañaverales de azúcar; y el ganado vacuno y
caballar, así como las ovejas, cabras y cerdos,
fueron configurando el entorno comarcano de
la ciudad (A. C. T.: 1549-1560).
Sin embargo, las Actas del Cabildo evi-
dencian también el ingreso en escena de los
indígenas forasteros, inmigrantes indígenas
venidos de las provincias colindantes pri-
mero y después de provincias más lejanas.
Fueron surgiendo en el mismo centro de la
ciudad primero y después en el arrabal de
San Esteban, indígenas forasteros que iban
iniciando un progresivo proceso de adap-
tación a las nuevas circunstancias urbanas,
contratados como jornaleros dedicados a
actividades económicas que suplían las ne-
cesidades del mercado trujillano, las cuales
eran reguladas por el cabildo nombrando cada
año alcalde y veedor para cada uno de los
oficios. (A. C. T.: 1549-1560; 1566-1571).
Particular es el caso de algunos indios foras-
teros que habiendo aprendido las formas de la
vida urbana, fueron admitidos como vecinos de
la ciudad con todas las preeminencias de
cualquier vecino español. El cabildo resaltaba
que se les otorgaba tal condición por cuanto es-
tán hispanizados, bautizados como cristianos,
casados y con hijos, y tienen oficio conocido (A.
C. T.: 1549-1560; 1566-1571 y 1598-1600).
También resulta particular el caso de los in-
dios pescadores de las caletas de Huanchaco,
Huaman y Huañape, quienes ante la imposi-ción
del cabildo trujillano de precios bajos por el
pescado, se negaron a proveer de pescado a la
ciudad, se quejaron ante el virrey, quien dio la
razón a los pescadores ordenando al cabildo
trujillano para que se abstuviera de fijar pre-cios
del pescado. Sin embargo, el Cabildo con-tinuó
obligando a los indígenas pescadores a vender
sus productos a precios bajos, ante lo cual los
pescadores emigraron a otras caletas del litoral
(A. C. T.: 1566-1571 y 1598-1600).
Gracias a la mano de obra de los indígenas,
para mediados del siglo XVI, los miembros del
cabildo trujillano tenían montadas importan-tes
empresas extractivas y comerciales, como
molinos, obrajes, curtiembres, tinas, hacien-das
y trapiches, cuya producción no solamen-te
abastecía a la ciudad, sino que se exporta-ba a
Lima y otras ciudades del virreinato (A. C. T.:
1549-1560; 1566-1571 y 1598-1600).
La fundación de la Villa de Santiago de Mira-
flores de Saña a fines de 1563, constituyó el ini-
cio del fin del primer periodo de vida de la ciu-
dad. Los vecinos no encomenderos de Trujillo
vieron en la fundación de Saña la oportunidad
68 | Cátedra Villarreal | V. 1 | No. 1 | enero -junio | 2013 |