La momia Chachapoya en el arte después de Paul Gauguin y Edvard Munch
Figura 5 – Foto de la
momia chancay (Hamy,
1897, Lámina XLVII)
El novelista estadounidense Henry
Miller (1891-1980) y el fotógrafo
húngaro Bras-saï (1899-1984)
La momia chachapoya tiene también una apa-
rición fugaz en la famosa novela autobiográfica
“Trópico de Cáncer” de Henry Miller, publica-
da en 1934. En esta novela, que por su explíci-to
contenido sexual causó un escándalo en su
tiempo, Miller describe sus vivencias y andan-
zas en el París de 1930 a 1932; en la parte donde
relata su encuentro con un fotógrafo, menciona
la momia: “[D]el matadero de Villete saltaba a
un taxi y me llevaba a escape al Museo de Tro-
cadero, para enseñarme una calavera o momia
que le había fascinado.“ (Miller, 1992). El fotó-
grafo al cual se refiere Miller ya ha sido iden-
tificado, resultó ser el famoso Brassaï (Travis,
2003), fotógrafo de origen húngaro, cuya foto-
grafía de la momia data de 1932 y es conocida,
lo que permite identificar la momia en la novela
con la momia chachapoya en cuestión. Sus fo-
tografías han sido reconocidas como obras de
arte, y la fotografía de la momia fue subastada
por US$ 16,500 en 2001 (Anónimo, 2001). Es
posible que Brassaï fuera alertado sobre la mo-
mia por el comercializador de arte Ambroise
Vollard, quien fue el agente de Paul Gauguin y
al que Brassaï retrató también en esos tiempos.
El novelista peruano Mario Vargas Llosa
(1936). Un caso muy particular es el papel de la
momia chachapoya en el libro El Paraíso en la
otra esquina (2003) del Premio Nobel pe-ruano
Mario Vargas Llosa, porque se trata de una
interpretación artística de acontecimien-tos
verdaderos. Relata paralelamente las bio-grafías
noveladas de Paul Gauguin y su abuela Flora
Tristán. En la novela, Gauguin recuerda
su encuentro con la momia poco antes de su
muerte de la forma siguiente, dirigiéndose a
sí mismo en segunda persona:
“En 1878 se abrió el Museo de Etno-
grafía, en el Palacio de Trocadero. […]
Recordabas, sobre todo, una momia de
más de mil años de antigüedad, de lar-ga
cabellera, dientes blanquísimos y huesos
tiznados, procedente del valle del
Urumbamba. ¿Por qué te hechizó esa
calavera a la que llamabas Juanita, Paul?
Muchas veces fuiste a contemplar-la, y,
una tarde, en un descuido del vi-gilante,
la besaste.“ (Vargas Llosa, 2003)
Por supuesto, Vargas Llosa recurre a su li-
bertad artística en esta escena, por lo cual las
siguientes anotaciones no deberían entender-se
como crítica, pero cabe aclarar que la mo-mia
chachapoya, en los tiempos de Gauguin, aún no
tenía 1000 años sino unos 350 a 600 años, y que
la larga cabellera y el sexo feme-nino que
atribuye el Gauguin de la novela a la momia se
debe más bien a las interpretaciones artísticas de
la momia por parte de Gauguin, quien pinta sus
figuras inspiradas en ella como mujeres con
cabellos largos y en cuclillas, por ejemplo en sus
obras “Eva bretona” o en “¿De dónde venimos?
¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?” (Autor,
2015 a). El nombre que le da el Gauguin ficticio
a la momia, Juanita, es una clara reminiscencia
de Vargas Llosa de su ciu-dad natal Arequipa,
donde se expone la “dama de hielo” de fama
mundial, conocida como la “Momia Juanita”. El
origen de la momia en el “valle del Urumbamba
[sic]” lo habría copia-do de la biografía de Paul
Gauguin por David Sweetman, publicada en
1995 en español justo cuando Vargas Llosa
estaba en plena investi-gación para su libro.
Sweetman identifica co-rrectamente que se trata
de la momia traída por Pierre Vidal-Senèze
desde el Perú en 1877, pero se equivoca en
cuanto a su origen: No proviene del valle del
Urubamba (Sweetman, 1995, 85), al cual Vidal-
Senèze jamás visitó, sino del valle del
Utcubamba, cerca de Cha-chapoyas, en el norte
del Perú (Vidal-Senèze & Noetzli, 1877).
| Cátedra Villarreal | V. 4 | No. 2 | julio-diciembre | 2016 | 153