César Guerrero Barrantes, Alfredo Guillén Oneeglio, Roberto Rojas León, Alberto Díaz Tello, Edix Noriega Romero
INTRODUCCIÓN
Las infecciones intrahospitalarias (IIH)
son un problema importante de salud
pública a nivel mundial, y con gran
impacto social y económico. Se
encuentran comprometidas todos los
centros de salud y se presenta como una
de las principales causas de morbilidad y
mortalidad, estimándose que su
mortalidad está entre 1% a 3% de los
pacientes ingresados (Nodarse, 2002).
La vigilancia rutinaria constituye un
componente fundamental en los
programas de prevención y control de la
infección nosocomial. El Centro para el
Control de las Enfermedades (Garner,
Jarvis, Emori, Horan & Hughes, 1988),
considera que una IIH, es toda infección
que no esté presente o incubándose en el
momento del ingreso en el hospital, que
se manifieste clínicamente, o sea
descubierta por la observación directa
durante la cirugía, endoscopia y otras
pruebas de diagnóstico, o que sea basada
en el criterio clínico. Se incluyen a
aquellas que por su período de
incubación se manifiestan
posteriormente al alta del paciente y se
relacionen con los procederes o la
actividad hospitalaria, así como las
relacionadas con los servicios
ambulatorios.
Actualmente, las infecciones
nosocomiales son un indicador en la
calidad de los servicios prestados a los
pacientes, pues una elevada frecuencia
de este tipo de infecciones comprueba la
calidad deficiente de la prestación de
servicios de atención de salud,
ocasionando costos que pueden ser
evitados (Ducel, Fabry & Nicolle, 2003).
A pesar del avance alcanzado en la
atención hospitalaria y de salud pública,
siguen manifestándose infecciones en
pacientes hospitalizados, que también
pueden afectar al personal de los
hospitales. Las condiciones de
hacinamiento dentro del hospital, la
concentración de pacientes muy
susceptibles a infección en un recinto
hospitalario (como aquellos de las áreas
de quemados, de cuidados intensivos y
postoperatorios o cirugía) y la escasa o
falta de vigilancia en la prevención de
proliferación de los microorganismos en
los recintos hospitalarios, pueden influir
en las manifestaciones de las
infecciones intrahospitalarias.
Las IIH tienen un origen
multifactorial donde intervienen los tres
componentes que forman la cadena de la
infección, los cuales interactúan entre sí,
como son: los agentes infecciosos, el
hospedador y el medio ambiente
(Nodarse, 2002). Entre los agentes
infecciosos, se debe considerar al tipo
(bacterias, virus, hongos o parásitos),
sus atributos para producir enfermedad
(virulencia, toxigenicidad), la
estabilidad de su estructura antigénica,
así como su capacidad de resistencia
múltiple a los agentes antimicrobianos
(Ramón & Fernández, 2008).
El segundo elemento es el
hospedador, quien con su capacidad
inmunitaria tiene un papel decisivo en
el proceso infeccioso, pues la mayoría
de las infecciones intrahospitalarias se
producen en grupos de pacientes con
características como la edad (50 a 90
años), malnutrición, traumatismos,
enfermedades crónicas, tratamientos
con inmunosupresores y
antimicrobianos, así como aquellos
sometidos a procedimientos invasivos
de diagnóstico o terapéuticos, que los
hacen más susceptibles de adquirir
infecciones durante su estancia en el
hospital (Nodarse, 2002).
El último elemento de la cadena es el
medio ambiente, tanto animado como
inanimado, conformado por el entorno
hospitalario, los equipos e instrumental
102 | Cátedra Villarreal | V. 4 | No. 1 | enero -junio | 2016 |