Ida Elise Magnussen
cambio climático, los riesgos relacionados a la
quema aumentan. Esto implica que aumenta la
vulnerabilidad ante un posible incendio. A
pesar del reconocimiento de parte de la pobla-
ción de que la quema afecta al ambiente,
hacer chacras sin quemar no es una opción
debido a las ventajas que tiene la quema para
la pro-ducción.
Según información estadística del Institu-
to Nacional de Defensa Civil (INDECI), con
el aumento de la temperatura promedio, se ha
registrado un aumento del porcentaje de
incendios. Este aumento de incendios se nota
principalmente en zonas urbanas. Sin embar-
go, no significa que no existe un riesgo tam-
bién en las zonas rurales. ¿Entonces, qué po-
demos hacer para enfrentarnos a estos efectos
del cambio climático?
La combinación de las capacidades de las
disciplinas de la antropología y la ingeniería
ambiental nos lleva a una respuesta, propo-
niendo medidas concretas de adaptación para
responder a la vulnerabilidad ante incendios,
una de las consecuencias vinculadas a la po-
breza y al cambio climático. Nuestra
propuesta consiste en un retardante de fuego,
un produc-to que se elabora, curiosamente,
con los resi-duos de la quema de la chacra. El
retardante se aplica en las tablas de madera de
las viviendas con el propósito de proteger la
vivienda contra un posible incendio.
Después de quemar la chacra, queda una
capa de ceniza en el suelo. Esta ceniza, mezcla
de sales y óxidos, es el principal componente
del producto. Con el enfoque antropológico,
mediante trabajo de campo, hemos analizado
los desafíos de este tipo de intervención. Para
elaborar el producto, obviamente es necesario
contar con el permiso de la misma comuni-
dad, asegurándonos de que el hecho de retirar
la ceniza no afecta a la producción misma o
que sea conflictiva con las prácticas agrícolas
tradicionales. Aquí el acercamiento antropo-
lógico es indispensable.
La ceniza funciona como un tipo de abo-no
para la tierra, algo que ayuda bastante en la
producción de los cultivos. Por ese motivo, tu-
vimos el temor de encontrar resistencia en la
comunidad para retirar la ceniza de la chacra.
Sin embargo, después de la quema ya se ha he-
cho todo lo necesario para abonar a la tierra.
Según la comunidad, por lo tanto, no pasaría
nada si se retirase la ceniza, ya que esta (que
queda después de la quema) no es indispensa-
ble para asegurar una buena producción. Ade-
más, como dice un comunero “cuando ya has
quemado, [la ceniza] no es abono. Esta ceniza
que queda, más bien es veneno porque contie-ne
lejía. Por eso viene la lluvia y lo lava”.
Entonces, se puede concluir que retirar la
ceniza de la chacra no afecta a la producción, al
menos desde la perspectiva de la comuni-dad,
que es lo que nos interesa. Más bien el hecho de
retirar la ceniza podría ser ventajoso para la
producción, ya que esta es considerada dañina.
En efecto, los análisis de las cenizas en
laboratorio, registran que son óxidos alcalinos
de calcio, magnesio, potasio entre otros, que si
bien es cierto actúan como nutrientes de los
suelos agrícolas, cuando se encuentran en ex-
ceso alcalinizan el medio y no son favorables.
Para elaborar el retardante, se tiene que
re-tirar solamente una parte de la ceniza,
no es ni necesario, ni posible retirar toda
la ceniza de la chacra. La influencia en la
producción en todo caso sería mínima.
Hemos hecho varias pruebas del produc-to
mediante simulaciones de incendios en la
comunidad, usando tablas de madera de la
misma localidad, en este caso bolaina, que es
considerada una madera suave y una madera
dura, yacushapana. La comunidad demostra-
ba gran interés en probar el producto y brindó
su apoyo en las preparaciones de las simula-
ciones. En el caso de la bolaina, encontramos
que la forma cómo se manifiesta el fuego en
la tabla es diferente en la tabla sin y con retar-
dante. Mientras en la primera el fuego se dis-
tribuye de forma pareja en toda la tabla; en la
segunda, la tabla se quema de forma desigual.
34 | Cátedra Villarreal | V. 3 | No. 1 | enero -junio | 2015 |