La ciudad y la heterogeneidad social en el proceso de modernización desde la perspectiva del
humor en la novela vanguardista La casa de cartón de Martín Adán
se caracterizaron por el humor desarrolla-do
en sus contenidos. A nuestro juicio, estos
elementos —humor, ironía, auto-ironía—
trascienden en los diferentes movimientos de
vanguardia del siglo XX. El antecedente más
inmediato se rastrea en el romanticismo, siglo
XIX. Octavio Paz en Los hijos del limo (1974)
advierte las semejanzas entre el romanticismo
y la vanguardia, por ello afirma lo siguiente:
«En ambos movimientos el yo se defiende del
mundo y se venga con la ironía o con el
humor –armas que destruyen también al que
las usa; en ambos, en fin, la modernidad se
niega y se afirma» [la cursiva es nuestra]
(p.145). La de-fensa del yo frente al “mundo”
—representado en el balneario de Barranco
durante el proceso de modernización— la
observamos en las pá-ginas de la novela de
Adán, a través de la voz del narrador.
Sosa en Del humor y sus alrededores (2007)
afirma que Theodor Lipps en Fundamentos de la
estética (1923) distingue tres tipos humor: el
humor humorístico, el humor irónico y el humor
satírico. El humor humorístico tiene como fin
desconcertar al personaje absoluto que
parecemos ser. En efecto, Lipps acota lo
siguiente: «Considero lo pequeño, lo mezqui-no,
lo ridículo del mundo, pero me elevo so-bre ello,
sonriente, porque conservo mi fe en ese mismo
mundo» (Lipps, citado por Sosa, p. 175). Por su
parte, Sosa agrega: «un humo-rismo que tal
como lo concebía Gómez de la Serna, “sólo [sic]
pretende desacomodar inte-riores y desmontar
verdades”; un humorismo consciente de la
relatividad de todas las cosas y que, por lo tanto,
se limita a la crítica de lo que cree ser
definitivo», puntualiza (p. 175). Con respecto al
humorismo satírico, este se opone a las
contradicciones del mundo ideal, un deber ser.
Este deber ser, en cuanto cons-tructo simbólico,
aunque sea humorística-mente, delimita como
verdadero un conjunto de prescripciones éticas y
propone como co-rrectas, buenas y justas, las
prácticas sociales, correspondientes. Por último,
explica Sosa, en el humor irónico, el sujeto es
consciente de lo absurdo del mundo, pero no
explicita cuál es el “debe ser” porque en
definitiva no tiene ni fe
ni proyectos. Este tipo de humor no propone
nada con respecto al cambio de las situaciones
con las que se encuentran en desacuerdo. Solo
se limita a desenmascarar la incompetencia de
políticos, académicos, sindicalistas, etc. en
una desesperada catarsis emocional (p. 176).
Desde nuestro punto de vista, en esta
no-vela vanguardista se perciben tres tipos
de humor: humorístico, satírico e irónico;
los cuales se presentan yuxtapuestos,
conjugados al punto de conformar una
amalgama de hu-mores en cada uno de los
fragmentos que la conforman.
En el título La casa de cartón, observamos
cierto sentido del humor humorístico. Hugo
Verani (1989) con respecto al título dice lo
siguiente: Su mismo título, emblema de la es-
tética vanguardista, alude a la fragilidad del
mundo fenoménico y a la desconfianza ante una
realidad objetiva [La cursiva es nuestra]
(p.1079). La estética vanguardista se caracte-
rizó por la ruptura de los paradigmas estéticos
oficiales y por ello utilizó las “armas” del hu-
mor y la ironía. La perspectiva objetiva de la
casa siempre denota protección, pero en la no-
vela en cuestión, el proceso de modernización
es el que genera “la desconfianza de la realidad
objetiva” en la subjetividad del narrador. Por lo
tanto, discrepamos con Verani al indicar lo
siguiente: «El autor construye explícitamente un
simulacro, una arquitectura de papel, redu-cida
a su condición de lenguaje, que no extrae sus
andamios de la observación directa de la
realidad, sino de lecturas literarias» [La
cursiva es nuestra] (p. 1079). A nuestro juicio,
las ob-servaciones del autor, Adán, parten de la
rea-lidad concreta: Lima, el balneario de
Barranco y sus habitantes, a partir de estas, el
creador, productor “construye la arquitectura de
pa-pel” valiéndose de su ingenio cargado de una
amalgama de “humores”. En este sentido, José
Carlos Mariátegui (2001[1928]), en el Colofón
de la novela, afirma:
En La casa de cartón hay un esquema
de biografía de Barranco, o mejor, de
sus veraneantes. Si la biografía resulta
| Cátedra Villarreal | V. 5 | No. 2 | julio-diciembre | 2017 | 197