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mismo nombre por varios distritos para hacer
más interesante la búsqueda de una calle o
avenida y no caer en lo monótono.
No sé quiénes recuerdan cómo era antes de
que se convirtiera en el muestrario de edicios
que es en la actualidad dicha avenida. Todas
eran residencias de máximo dos pisos con a
veces un altillo, jardines, cercos vivos, etc. y
lógicamente desiguales pero armónicas. Hoy
los edicios tienen cada uno su altura, sin re-
lación alguna con el vecino de al lado o del
frente, amén de otros “pecadillos”, lo cual se
traduce en un caos formal.
Sigamos desplazándonos y veamos el Cen-
tro Comercial Saga de San Isidro, cuyo espacio
urbano de tres pisos correspondía al antiguo
edicio de Sears, cuya altura guardaba ar-
monía con todo el resto. Hoy aparecen torres
como si hubieran sido desparramadas aquí y
allá, sin orden ni conciliábulo… ¿Es qué la for-
ma de un obra es solo el edicio en sí? ¿Acaso
se ve solo el edicio o su contorno-entorno?
Bajo este punto de vista, apreciamos que nues-
tra arquitectura contemporánea es marcada-
mente individualista, pero no denominamos
de “tendencia socialista”…
Hay otro aspecto de este enfoque sobre lo
formal que considero interesante y que sí creo
que se cumple bastante acertadamente, por lo
menos en muchos casos, sino en todos y es en
cuanto a lo que podríamos denominar el “ca-
rácter” de la obra. Por ejemplo, es posible que
se critique la construcción del Ministerio de
Pesquería (hoy Museo de la Nación), en cuan-
to a que siendo un país sin grandes recursos se
debería hacer un edicio menos ostentoso y
costoso, así como que reeja nuestra realidad y
sea expresión del ideal socialista tan preconiza-
do. A ello, con las reservas del caso, se podría
contestar que todo edicio público pretende
expresar obligatoriamente la necesidad de im-
primir un “carácter” que podríamos denir
como la “expresión del poder” y la rearmación
de un principio enunciado dentro de la política
de un gobierno…Recuérdese que se acababan
de estatizar las pesqueras y se estaba en pleno
“boom” de la anchoveta. De igual manera, po-
demos explicarnos el despliegue de Petroperú
en su edicio, planteado en la necesidad de re-
armar la recuperación de los yacimientos de
petroleros del norte y la nacionalización del pe-
tróleo. Veamos entonces como en la obra arqui-
tectónica se puede a través de sus realizaciones,
rearmar objetivos que se sintetizan en símbo-
los permanentes ante los usuarios. Si vamos al
campo de lo privado, no es otra cosa el desplie-
gue necesario en los edicios bancarios, al igual
que las compañías de seguros, etc.
Inclusive en el aspecto deportivo, recrea-
cional, etc., se puede apreciar que el aspecto
formal responde igualmente a ese carácter
necesariamente expresado para ser entendido
como el mensaje a la sociedad a que pertene-
ce. Si aún existiese alguna duda al respecto,
tomaríamos como ejemplo a los edicios de
carácter religioso, los cuales habrán logrado
su cometido en la medida de que al observar-
los se nos transporte espiritualmente según la
creencia de cada cual.
Resumiendo, tengamos presente al referir-
nos al aspecto formal, que es el que más apre-
cia el observador-usuario, que la envolvente
no solo debe expresar lo envuelto (contenido)
sino que debe “comunicar” el mensaje que el
propio edicio en su origen, desea transmitir
al observador (contexto) y del resultado de la
lectura de ese mensaje, o sea, la interpretación
que haga de lo que dicha envolvente le exprese
y de ese resultado comprobatorio, resultará el
éxito y logro del creador.
Concordamos con lo expresado por el ar-
quitecto Luis Miró Quesada Garland, la arqui-
tectura teóricamente es la disciplina abocada
a denir, organizar y formalizar espacios con
destinos y nalidades. (Miró Quesada, 2000)
Es por ello que también se puede hablar de
la arquitectura como instrumento de poder y
opresión, o de democracia y libertad.
En cuanto al tercer aspecto, los estructura-
les, que pueden orientarse, ya sea hacia la téc-
| Cátedra Villarreal | V. 1 | No. 2 | julio-diCiembre | 2013 |
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