Carlos Scotto Espinoza, César Teodoro Arriola Prieto
El pez ornamental guppy, “pez millón” o
“pez misionero” (Poecilia reticulata; Wilhelm
Carl Hartwig Peters, 1859) es oriundo de la
selva del Orinoco y de las islas de Trinidad y
Tobago en América del Sur. Entre 1853 y 1859,
zoólogos de Francia y Alemania empezaron a
estudiar este pez en acuarios europeos, pero
recién en 1908 llegaron los primeros
especímenes vivos a Europa. En 1920, fueron
exportados a USA como pez tropical llegando a
seleccionarse diferentes variedades en 1950.
Con el tiempo, se constituyeron en uno de los
peces más populares junto con el Goldfish a
nivel mundial. Actualmente, con diversas
condiciones ambientales, métodos de
alimentación y un control en el mejoramiento
genético se han obtenido guppies de mejor
calidad, principalmente, en el patrón de color,
forma de las aletas y en el tamaño corporal
(Gutiérrez, 1990; Hidalgo, 1990).
Una de las formas de mejoramiento genéti-
co es el cruce de líneas puras o “crossbreeding”,
el cual utiliza animales machos de una línea y lo
cruza con animales hembras de otra línea y
viceversa para aprovechar el “vigor híbrido” de
la confrontación de alelos contrastantes en un
mismo animal en la progenie (Figura 1) (López-
Fanjul & Toro, 1990).
Existen más de 40 líneas de guppies
cla-sificados por el color y para lo cual
existen cinco tipos distintos de células
pigmentarias o cromatóforos, clasificadas
en dos grupos: los que absorben luz, como
son los melanó-foros que proporciona los
colores negro y marrón, los eritróforos que
dan el color rojo, y los xantóforos que dan
el color amarillo. Y los que reflejan la luz
como son los leucófo-ros que son de color
blanco opaco y los iridó-foros que dan un
tono plateado (Bagnara & Handley, 1973).
Se ha determinado que el color gris (silves-
tre) está gobernado por un alelo dominante
(w) que es dominante sobre otros alelos que
determinan el color en distintas variedades
de guppy como son el dorado, rubio, crema
y el albino (Goodrich et al., 1944).
También, los colores corporales de las va-
riedades negra y roja son dominantes sobre el
color amarillo. Y pueden presentar epis-tasis
sobre otros colores más claros. El color negro
puede abarcar todo el cuerpo o parte de él (¼,
½ o ¾), probablemente, por fac-tores
influenciados por el sexo. Además, se ha
comprobado que la “presencia de puntos
negros en la cola” de las hembras es recesi-va
con respecto a la ausencia de los mismos. Por
otro lado, existe algunos rasgos ligados al
cromosoma Y, por la cual un rasgo es hereda-
do solamente de padres a hijos y nunca a las
hijas. Es el caso del rasgo “cobra” o piel de
serpiente caracterizado por la presencia de
arabescos (Rodríguez, 1980). Y el fenotipo
“maculatus” que se caracteriza por la presen-
cia de una “mancha negra” en la aleta dorsal
de los machos (Goodrich et al., 1947)
El guppy silvestre posee el cuerpo, la ale-ta
caudal y dorsal con una coloración variada
(naranja y violeta) sobre un fondo gris. Ade-
más, presenta puntos oscuros los cuales varían
en número desde uno hasta cuatro. Las hem-
bras poseen todo el cuerpo y las aletas de co-lor
gris y no presentan puntos oscuros (Scotto
& Maguiña, 2003). Winge & Ditlevsen (1947)
han estudiado las manchas negras, azules, ro-jas
o naranjas y amarillas de los machos de los
guppys silvestres y su ordenamiento en patro-
nes. Determinaron que estaban gobernados por
genes ubicados en los cromosomas sexua-les X
e Y. Puede existir o no entrecruzamiento o
recombinación entre el cromosoma X y el
cromosoma Y portadores de estos genes. Ade-
más, en algunos casos se necesitaba la presen-
cia del cromosoma Y para que la acción hor-
monal masculina exprese un color solamente en
los machos y no en las hembras.
Se ha descrito 18 genes del color en guppys.
En el cromosoma Y están nueve y ocho en el
cromosoma X, de los cuales tres no se recom-
binan con el cromosoma Y, y cinco sí lo hacen
de Y → X, de X → Y o de X → X. Solo un gen
del color está en un cromosoma autosómico y
controla el color del fondo del cuerpo. Además,
cada gen presentaba un sistema multialélico
64 | Cátedra Villarreal | V. 5 | No. 1 | enero-junio | 2017 |