131Cátedra Villarreal | Lima, perú | V. 11 | N. 2 |julio - diciembre| 2023 | e- issn 2311-2212
Introducción
El hombre desde sus orígenes siempre ha buscado la
necesidad de encontrar en su vivienda las condiciones
mínimas de confort interior, de no sentir ni frío ni calor,
que lo ha llevado a través de los años hacia la búsqueda
de diversos sistemas o estrategias de climatización
pasiva que lo protejan del frío del microclima al que está
expuesto y que repercute en su bienestar térmico.
Según el Servicio Nacional de Meteorología e
Hidrología del Perú (SENAMHI), las llamadas heladas se
producen en zonas sobre los 3000 m.s.n.m. de nuestra
serranía. Los meses de bajas temperaturas pueden ser
extremadamente intensos llegando a afectar la vida
y salud, en especial en la población más vulnerable
(INDECI, 2020)
Molina (2016) considera que en la zona rural existe
un predominio del uso del adobe y tierra en los muros y
suelo de las viviendas, respectivamente. El uso del adobe
es bueno si no fuera por un inadecuado manejo del
material, debido al mal cierre con otras componentes
de la envolvente de la vivienda que ocasionan pequeñas
grietas o agujeros por donde se pierde calor por
mayor o menor acceso a la radiación solar en función
de cuatro factores: la latitud, la pendiente del terreno
orientación (citado en Franco-Medina y Bright-Samper,
2016). En su trabajo de investigación Javanroodi y Nik
climáticas principales (velocidad del viento, dirección
del viento, temperatura del aire, presión del aire,
humedad relativa, radiación global y cobertura de
nubes) a microescala con un intervalo de tiempo por
hora para generar datos meteorológicos de microclima a
través de un estudio de simulación CFD (Fluidodinámica
computacional).
El uso de materiales de aislamiento térmico y el
diseño de la estructura de aislamiento térmico a través
de la envolvente externa se llevan a cabo para mejorar
el rendimiento del aislamiento térmico de la habitación.
Al mismo tiempo, tecnologías como el diseño de
calefacción solar pasiva de la habitación combinado con
la recolección de calor y la pared de almacenamiento y
la luz solar adicional se adoptan para cumplir con los
requisitos de confort térmico interior (Li y Zou, 2022).
El aislamiento térmico de la envolvente es necesario
para garantizar el buen funcionamiento de los sistemas
de calefacción solar pasiva; plantear aislamientos
térmicos en muros y techo reduce las pérdidas térmicas
en las noches frías, y de esta manera el calor acumulado
brindará las condiciones adecuadas para la comodidad
de los ocupantes al mantener las temperaturas interiores
dentro del rango de confort térmico (Giraldo y Arango,
2020).
Medina y Escobar, citando a Ogunkah y Yang (2012)
señalan que como respuesta a las condiciones del
clima es imperante la selección de los materiales de las
estrategias a aplicar y, además, esta información debe
(Medina y Escobar, 2019).
Las estrategias de calefacción pasiva son elementos
constructivos que adecuadamente diseñados y con una
correcta tecnología solar pasiva acorde al clima dan
lugar a un confort higrotérmico o reducen la demanda
de energía para calefacción (Rivasplata, 2018). Las
estrategias bioclimáticas pasivas tienen cuatro pilares
sobre la energía solar en los cuales se fundamentan:
su captación, su acumulación, su distribución y su
almacenamiento; según Neila (2004) “al fallar uno de
estos pilares la estructura bioclimática se derrumbaría
“(Pari et al., 2021, p.71).
Según Müller (2002) la climatización pasiva y el
aprovechamiento de la energía solar en la vivienda ya sea
para refrigerar o calentar, son estrategias de uso cada vez
más frecuente en el diseño de viviendas sustentables,
tanto en países ricos como en vías de desarrollo:
permiten el mejoramiento de las condiciones de confort
térmico a bajo costo ecológico como económico y por
lo tanto viable a largo plazo y accesible para la mayoría
de las personas. Los principales sistemas de calefacción
pasiva son el invernadero adosado a la vivienda
conocidos también como solariums que representan
zonas de amortiguamiento al proteger el espacio
interior adyacente calentado contra cambios externos
repentinos (Vukadinovic et al., 2018); las claraboyas o
tragaluces cenitales, ventanas, el muro Trombe, entre
los más usados para calefacción pasiva.
Mamani (2022), propuso el mejoramiento en
los componentes de la envolvente, en donde la
orientación de las viviendas debe ser de sur a norte su
eje longitudinal, el muro de mayor área, las ventanas
hacia el este y oeste. En muros añade un material
llamado aislante térmico con doble capa de aluminio
adherida a burbujas de polietileno con un espesor de
6 mm (milímetros). En la cubierta añade una capa de
paja de 2 cm, otra de estera de totora de 1cm y aislante
térmico con doble capa de aluminio adherida a burbujas
de polietileno con un espesor de 4 mm. En la cubierta
amplia el área de policarbonato translucido en 4.01 m2
para obtener una mayor ganancia de calor por radiación